Sanidad
“Sanidad” es un término derivado del adjetivo sanus, en uso desde la antigüedad y documentado con este valor desde 1210 hasta la actualidad. Hace referencia a la salud, a estar sano, a lo saludable. Es un concepto amplio que el Diccionario de la lengua española RAE lo define como el conjunto de servicios, personal e instalaciones gubernativos ordenados para preservar la salud pública(1846) del común de los habitantes de la nación con actuaciones que tienen como función la identificación, la evaluación, la gestión y la comunicación de los riesgos para la salud para los habitantes de una nación, provincia, comarca o municipio que puedan derivarse de los condicionantes ambientales de carácter físico, químico o biológico que afectan o pueden afectar a la salud colectiva o individual, así como la identificación de las políticas de gestión de los mismos (Ley 33/2011,4 octubre, General de Salud Pública, art. 30.)
La salud se refiere a un individuo o a un grupo de individuos, considerándose a la sanidad como algo más organizativo .
La OMS en 1973 definía la salud como el estado completo de bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad, buscando un equilibrio entre todos estos aspectos que afectan en un momento determinado a un individuo. El incluir en la definición “bienestar” implica no sólo la salud física, sino el estado emocional, psicológico y la estabilidad social.
Desde 1975 en que se hizo una declaración muy trascendente en la Asamblea Mundial de la Salud en Alma Ata, se aceptaron nuevos enfoques para la atención sanitaria, surgiendo el concepto de “Atención Primaria de Salud” (AP) como pilar básico de los sistemas nacionales de salud.
Si hacemos un zoom y focalizamos la mirada en la sanidad del Alto Palancia apreciamos que es una comarca eminentemente rural con peculiaridades propias, compuesta por 25 pueblos de menos de 5000 habitantes, excepto Segorbe, cabecera de la misma, en los que la asistencia sanitaria tradicionalmente se ha sustentado en los médicos-as y enfermeros-as popularmente conocidos como de cabecera por estar cerca de los pacientes en la cabecera de su cama cuando han estado enfermos. Profesionales que antes de los años 90 vivían en los pueblos en las casas destinadas municipalmente a ellos y que para salir del municipio tenían que pedir permiso a los alcaldes. Fue en los noventa cuando se implantaron los centros de salud en nuestra comarca configurándose la atención sanitaria en tres Zonas de Salud, Segorbe, Soneja y Viver, que englobaban cada una de ellas parte de todos estos pueblos por cercanía geográfica; se les dotó de profesionales que hasta entonces no había como matrona, más enfermeros, trabajadores sociales, celadores y pediatras, instrumental, material fungible estéril, se implantó la Historia Clínica de Salud, concentrándose la asistencia referente de urgencias en los centros de salud zonales, lo que permitió que se regularan derechos laborales y libranzas del personal sanitario, a la vez que se vivió por la población como una pérdida el hecho de que los médicos ya no vivieran en los pueblos.
Visto en perspectiva parece incleíble que tan sólo hace 34 años se reutilizaran las jeringuillas y las agujas, los bisturíes y los métodos de esterilización fuesen muy rudimentarios. Tampoco había teléfonos móviles, siendo la notita en la puerta de los consultorios la información de dónde estaba el personal sanitario en cada momento.
Sin embargo, en la AP rural el médico-a de familia sigue siendo un referente que ha facilitado una relación estrecha, una comunicación médica-paciente fluida y de confianza, posibilitando accesibilidad, una atención integral, integrada, permanente y longitudinal a lo largo de toda la vida de los habitantes de los pueblos, estando en la cabecera hasta el final de vida y atendiendo a la muerte, lo cual genera fuertes vínculos.
Actualmente, los consultorios auxiliares de los pueblos son los que podrían ofrecer las mejores condiciones asistenciales para ejercer la AP tal como se concibió en la Declaración de Alma Ata.
Sin embargo, la despoblación de muchos de nuestros pueblos, el envejecimiento y aumento progresivo de discapacidad, fragilidad o la soledad no deseada de sus habitantes, la disminución de gran parte de los servicios esenciales, condicionan problemas de accesibilidad a los servicios sanitarios de Atención Especializada y también a la AP , dadas las reducciones y cambios de los días y horas de consultas médicas y de enfermería, puesto que el personal sanitario va acumulando municipios dispersos adscritos a sus cupos a los que repartir la atención que no hacen atractivos estos destinos. Todo ello, circunstancias que contribuyen a vulnerar el derecho indiscutible a la salud y a la sanidad accesible y universal de las personas que vivimos en los pueblos, especialmente de las personas mayores , (recogido en la Constitución Española).
Es indiscutible que se necesitan unos servicios sanitarios rurales accesibles y de calidad cuando surgen enfermedades agudas o para tener un buen control y seguimiento de enfermedades crónicas que eviten agudizaciones por descompensaciones.
Conviene considerar que la población rural cuenta con unas condiciones inestimables de capacidad de autocuidado, solidaridad, soporte y tejido social, cuidados vecinales compartidos y resiliencia, verdaderos agentes de salud. Y ello tiene que ver con la” medicina y la salud comuniaria”, como expresión colectiva de la salud individual de los pueblos.
Es conocido y hay evidencia científica de que el 40% de la salud depende en parte de factores biológicos, pero principalmente de determinantes socioeconómicos tales como el medio ambiente, las condiciones del agua, el aire, las zonas verdes, la sostenibilidad de la movilidad urbana, la educación, vivienda, alimentación, las cuestiones laborales, los estilos de vida, fundamentalmente de las carencias materiales, la pobreza, la desigualdad social. Todo lo cual puede influir en generar salud o enfermedad a nivel individual y colectivo.
En este sentido la “salud comunitaria” contempla características individuales, familiares, sociales, culturales, tratando de identificar los “activos en salud” entendidos como herramientas de promoción de la salud para un abordaje biopsicosocial en AP en un contexto clínico individual y comunitario dirigido a mejorar la salud de las personas. Es una especie de tratamiento no farmacológico que trasciende a las consultas y se transfiere a la comunidad en forma de prescripción o indicación social, de ocio (bibliotecas, cine, libros, teatro, asociacionismo, bar o puntos de encuentro del pueblo para conversar, moverse, pasear y un largo etc.)
Así pues, la Salud Comunitaria en nuestros pueblos es un potente recurso sanitario que requiere de la participación e intervención integrada multidisciplinar e intersectorial de todos los activos en salud, la implicación del tejido social, de los políticos estatales, autonómicos y locales que implementen medidas y acciones salutogénicas ,de prevención y promoción de la salud , vertebrando los recursos y las acciones locales con un enfoque biopsicosocial que mejore la calidad de vida, potencie la autonomía, la autoestima, la autogestión de los propios problemas de salud de forma empoderada y el bienestar social con resiliencia.
Finalmente resaltar la importancia de seguir reivindicando la permanencia de los recursos esenciales y sanitarios en los pueblos, potenciando la AP y caminando juntos profesionales, políticos y comunidad con una buena coordinación sociosanitaria hacia una sanidad accesible y universal que trate de disminuir las desigualdades sociales, considerando en la medida de lo posible los determinantes socioeconómicos de la salud, favoreciendo la equidad, la integración social de los nuevos pobladores rurales que han venido a cuidar a nuestros mayores y a mejorar la fecundidad y la demografía de nuestros pueblos, porque otra forma de mirar la salud es posible.
