Gobernanza
El diccionario de la Real Academia de la Lengua española define “gobernanza” como: “Forma de gobernar, especialmente si es eficaz y adecuada a los fines que se persiguen”. Por lo tanto lo considera un término sinónimo o afín al de gobernar. Etimológicamente, la palabra “gobernar” viene del griego κυβερνᾶν kybernân, pilotar una nave. De este modo se entiende que la nave sería un determinado territorio, no solo urbano sino también rural, y que la acción de gobierno sería la puesta en marcha de un conjunto de políticas eficaces y adecuadas para perseguir el fin del bienestar de la ciudadanía y habitantes de ese territorio. En esta acepción se entiende la tarea de gobernar como una competencia exclusiva de la administración pública. El término gobernanza sin embargo para muchos autores no es un simple sinónimo de gobierno o de gobernabilidad, sino que se define como la forma en que las organizaciones de la sociedad civil y las empresas se organizan internamente, así como, sobre todo, de las maneras en que contribuyen a la gestión de lo que algunos llaman la “cosa pública”. Es decir, que la gobernanza plantea que para la gestión de la cosa pública, ya sea una ciudad o un país, no es solamente imprescindible el concurso de unas instituciones públicas que funcionen bien, sino también de la empresa privada y del tercer sector. En este sentido se habla de gobernanza urbana, gobernanza corporativa, metropolitana o multinivel como el mejor modelo de planificación y gobierno de un territorio, donde no solo participan diferentes niveles de gobierno, sino también la sociedad civil o la empresa privada, para por ejemplo elaborar y desarrollar un plan estratégico.
De nuevo podemos cuestionar si el término gobernanza se aplica al medio rural. De entrada en numerosas áreas rurales, precisamente por su población escasa y su grado de dispersión, no suele haber un gran interés por parte de la gran empresa en participar en la gobernanza, entendida ésta como una tarea de buen gobierno. Por otro lado en el caso de los ayuntamientos, nuestro marco jurídico actual señala que si el miembro de la corporación local tiene dedicación exclusiva puede cobrar un sueldo por ello, pero si no solamente cobraria dietas. Provincias rurales como Soria, Huesca o Teruel tienen más de un 75% de alcaldes que no reciben un sueldo por su dedicación al ayuntamiento. Se trata en su mayoría de ayuntamientos pequeños, con poca población, pero esto no significa que no haya problemas acuciantes como asegurar servicios básicos, atender a población envejecida o mantener un patrimonio inmueble muchas veces en estado de degradación. Es difícil hablar de gobernanza territorial si los responsables políticos más cercanos -los alcaldes- ni tan solo reciben un sueldo por su tarea de gobierno. Por último la sociedad civil, tanto por la escasez de personas como por las dificultades de organizar una movilización social en el medio rural, tampoco parece ser un actor relevante en la gobernanza de estos territorios. Con estos mimbres, al menos en el caso de la ruralidad ibérica, parece difícil poder hablar de una “gobernanza del medio rural”. Más que una acción de gobierno por parte de numerosos gobiernos autonómicos y estatales, pareciera que más bien hay o ha habido una tarea puramente administrativa en el medio rural: gestión de servicios, subvenciones, fiscalidad, pero sin ningún proyecto territorial a largo plazo. Y precisamente lo que necesita el medio rural, más allá de los problemas del día a día, es un proyecto político y positivo a largo plazo, y a ser posible una gobernanza multinivel.
