Brecha digital
El concepto de brecha digital no lo encontramos en los diccionarios de lengua tradicionales, aunque sí que podemos encontrar el de “brecha”, que hace referencia a esa diferencia o distancia entre situaciones, cosas o grupos de personas, especialmente por la falta de unión o cohesión (RAE). Es por ello que necesitamos ampliar nuestra búsqueda hacia organizaciones que trabajan con este concepto para encontrar alguna definición. En 2001, de las primeras entidades que definieron este concepto fue la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que concreta la brecha digital como “la distancia existente entre individuos, áreas residenciales, áreas de negocios y geográficas en los diferentes niveles socio-económicos en relación a sus oportunidades para acceder a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como al uso de Internet, lo que acaba reflejando diferencias tanto entre países como dentro de los mismos”. Un poco más tarde, la Unión Europea definió la brecha digital como “la distinción entre quienes tienen acceso a internet u otras tecnologías digitales y pueden utilizar servicios en línea, y quienes están excluidos de estos servicios” (Glosario de Eurostat).
Como evidencian estos conceptos, la brecha digital tiene un carácter multidimensional ya que la influencia del género, la edad, la educación, los ingresos o la ubicación geográfica determinan la magnitud de esa desigualdad. Además, cuando hablamos de brecha digital también debemos entender que no solo se trata del acceso a internet y a las TIC sino también el propio uso de ellas (las habilidades digitales de las personas y su capacidad de adquirirlas) y su nivel de calidad e integración.
Estos condicionantes convergen de manera especialmente marcada en las áreas rurales, donde prevalece una población envejecida con niveles educativos más bajos y ubicada en zonas geográficamente más aisladas. No obstante, se ha superado el primer obstáculo, ya que el 99,89% del territorio valenciano cuenta con cobertura 4G global y un 95,77% dispone de velocidades de 100 Mbps (2023, Ministerio para la Transformación Digital y la Función Pública). Eso sí, cuando analizamos el 5G, comarcas como Els Ports, Alto Mijares, Rincón de Ademuz, Canal de Navarrés, Valle de Ayora o Muntanya d’Alacant, los porcentajes descienden significativamente (2023, Ministerio para la transformación digital y de la función pública)). Sí que es cierto que la conclusión es que la mayor parte del territorio tiene acceso a internet, ya sea a través de banda ancha o conexión satelital. Además, se ha observado una mejora constante en la capacidad de acceso a internet por parte de la población, incluso entre las personas mayores, lo que representa un avance significativo en el segundo escalón de la inclusión digital.
Si bien se observa un avance gradual en la reducción de la brecha digital, persisten desafíos significativos. La creciente dependencia de la tecnología exige una adaptación constante de las habilidades digitales de la población. En un mundo donde las oportunidades digitales evolucionan rápidamente, es crucial aprovechar su potencial para mejorar la calidad de vida en áreas desfavorecidas. La telemedicina y el comercio electrónico, por ejemplo, pueden ofrecer soluciones innovadoras para superar las limitaciones geográficas y garantizar el acceso a servicios esenciales a la población rural.
